domingo, 2 de junio de 2013

la alteridad del respeto

Las naciones unidas en una de sus estadísticas más recientes, ha señalado que entre la relación de ricos y pobres surge por lo menos una premisa de separación: los pobres no se entienden como diferentes con respectos a los ricos (mucho menos al contrario) lo único que acota la estadística es que lo único que detesta el pobre del rico: es la mirada de desprecio que tiene el rico sobre el pobre. La alteridad en la filosofía de Hegel se concibe como «lo otro», un lugar destacado, y hasta necesario, en la constitución del sentido (y de la realidad) de las cosas. Todo es lo que es, pero la comprensión de lo que algo es depende de comprender lo que no es, porque nada «es» simplemente; todo se relaciona -dialécticamente- con todo. Lo finito no es sólo un límite cuantitativo; es la negación de todas las otras cosas que puede ser: no ser (cualitativamente) estas otras cosas es su sentido. Entre las cosas que para ser plenamente necesitan del «otro» está en particular el «yo». De ese modo, la alteridad es la posición personal de representación vital sobre las representaciones de los otros. En primer plano, la constitución de la existencia propia; en segundo lugar la existencia de los demás con respecto a la mía, con respecto a la de ellos. El punto de unión entre ambas existencias se entiende desde el respeto, mi existencia en relación sobre la naturaleza se basa en el "respeto", mi existencia con respecto a otra persona se basa en el respeto, en la aceptación mutua de las personas en torno a un mundo común. La existencia personal no es absoluta, sino relacional, no se basa en criterios personales sino en calidad de respeto mutuo entre el "yo" y "lo otro".

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